Tania y Sofía nacieron hace menos de 18 años en distintos puntos de Perú. A una le encanta leer y estudia derecho, la otra tiene el voleibol como pasión y aspira a ser antropóloga, pero ambas comparten el mismo objetivo de alentar a otras niñas y jóvenes a hacerse escuchar y proteger a las mujeres en un país que califican de “patriarcal”.
La voz de Tania es serena, su lenguaje corporal desprende firmeza y seguridad y un aire de ternura la invade cuando habla de los proyectos que ha incentivado en su comunidad, en la norteña región de Piura.
La joven, de 17 años, ideó una iniciativa llamada “Educación por la Pachamama (madre tierra)” que, según explica a EFE, consiste en promover la educación ambiental a través de charlas y talleres.
En paralelo, también participó de la creación de un proyecto para organizar las mototaxis de su comunidad, unos ligeros triciclos a motor similares a los “tuk-tuk” tailandeses y los “chand gari” pakistaníes.
“Observamos esa problemática de que (chicas adolescentes) salían a altas horas de la noche y quisimos buscarles un espacio seguro para que ellas pudieran regresar seguras a su casa (…) Eran números (de teléfono) que se repartían por medio de amigas, contactos de WhatsApp, de mototaxis de confianza”, relata, quien dice querer ser abogada para “defender a aquellas que no tienen voz”.
A unos 1.120 kilómetros al sur de Piura, Sofía se remangó también para convertir su comunidad de San Pedro de Carabayllo en una zona “segura para las niñas”.
En concreto, la organización a la que pertenece realizó una suerte de auditoría urbana con enfoque de género para localizar y recuperar algunas zonas inseguras de su comunidad.
“Hemos recuperado un paradero que estaba infestado por el acoso sexual callejero y que muchas escolares de un colegio cercano sufrían”, apostilla a EFE la joven, de 16 años.
Sofía dice no saber muy bien de dónde le vino ese impulso por el activismo, pero intuye que la marcaron los debates políticos que desde siempre ha escuchado en las cenas familiares, así como “los estereotipos, la violencia, el machismo y las desigualdades que conlleva ser una mujer adolescente en el Perú”.
VOCES SILENCIADAS
Tania y Sofía se conocieron recientemente en actividades de la ONG Plan International, que, con motivo del Día Internacional de la Niña, congregó a una veintena de jóvenes en Lima, donde hicieron talleres centrados en la participación política de niñas y adolescentes.
“La participación es un derecho, un principio y fundamento de otros derechos. Una niña que se siente empoderada y puede tener voz sobre su vida (…) más adelante va a ejercer una ciudadanía mucho más potente”, sostiene a EFE Selmira Carreón, coordinadora técnica en Perú de participación de la niñez y movilización juvenil de Plan International.
En el país andino, recuerda Carreón, existen los denominados consejos consultivos de niñas, niños y adolescentes, que son espacios conformados por menores de entre 9 y 17 años.
En la práctica, sin embargo, todavía faltan instalar más del 30 % de los consejos distritales y más de la mitad en el caso de las provincias, siempre según la vocera de la ONG, quien recuerda que Perú tiene una tasa de embarazo adolescente del 12 % y un número elevado de desapariciones y uniones forzadas.
En esa línea, un informe divulgado este mes por Plan International sentencia que “se desanima a las niñas a participar en política tanto por su edad como por su género”, porque, “como niñas, se las frena por los estereotipos y las desigualdades de género y más tarde, como jóvenes, se las descarta por considerarlas demasiado inmaduras”.
Según el estudio, solo la mitad de las niñas considera que, en sus comunidades, es aceptable que sean activas, una de cada diez cree que las mujeres no están cualificadas para ser líderes políticas y apenas una de cada cuatro se ve a sí misma como candidata a un cargo político.
REBELDES PARA SER LIBRES
Pero muchas otras siguen firmes en su anhelo de cambiar este rumbo.
“No podemos hablar de igualdad en un país donde quienes toman las decisiones importantes son mayoritariamente los hombres (…) El antiguo y arraigado orden patriarcal, conservador no nos quiere en el poder y en el espacio político porque saben que somos nosotras quienes vamos a impulsar las verdades políticas públicas que rompan con la desigualdad”, reivindica Sofía.
La joven insiste en la necesidad de ser rebeldes porque: “nos queremos libres y aspiramos a un futuro y a un mundo donde no se nos vulnere o ignore”.
“Convirtamos esa indignación y enojo en unión”, reclama.
EFE