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martes, noviembre 26, 2024

Los pactos del presidente

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Por Antonio Medina

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está acostumbrado a pactar con los hombres del poder político, económico, mediático, religioso y del crimen organizado. Sus pactos son entre hombres, entre amigos; él pacta con quienes le son leales y están dispuestos a hacerle pleitesía y vanagloriarlo públicamente. 

En los pactos que establece el presidente López no importan las instituciones ni las leyes. No importa la ética política, tampoco el “pueblo bueno” ni la opinión pública, sino los acuerdos en lo oscurito y que las partes cumplan, en detrimento del país, del progreso y la democracia. 

Detrás de sus pactos se esconde el talante autoritario y machista del presidente berrinchudo que tiene México, que no escucha ni ve a quien lo critica o quienes desde la razón, las leyes y el sentido común le dicen que está equivocado. Él desconoce a quien osa contradecirlo y sólo se escucha y se ve él como Narciso en el espejo de agua. 

El pacto machista que estableció con el candidato de morena a la gubernatura de Guerrero, muestra al Andrés Manuel más cruel y despiadado, no sólo contra las víctimas del político guerrerense, sino contra el feminismo mexicano, que le exigió recapacitara sobre la legitimación que daba a su amigo Macedonio al imponerlo, y él no escuchó; de hecho, se burló de ellas, reprimió a la mujeres que se manifestaron, puso vallas de indiferencia en su palacio y las estigmatizó. Finalmente su compadre Félix está feliz, y hoy hace campaña por la gubernatura de Guerrero.

Pero AMLO también hace pactos fiscales con empresarios como Ricardo Salinas Pliego, a quien le perdona multimillonarias deudas hacendarias a cambio de que los medios de comunicación de ese empresario hablen bien de él y de su movimiento político. Esos pactos se extienden a concesionarios de la Radio y la Televisión a quienes les regala impuestos por el uso del espectro radioeléctrico a cambio de que se arrodillen ante él y que sus propagandistas le hagan pleitesía en los medios comerciales. 

Y si se trata de cambiar leyes para beneficiar a sus amigos, están los pactos legales como el que benefició al escritor Paco Ignacio Taibo II, quien fue nombrado al inicio del sexenio como directo de Fondo de Cultura Económica, y que por ser extranjero, aunque  nacionalizado mexicano, no podía ocupar ese cargo, pero no importó la ley y el escritor orgánico de la 4T hoy se despacha con la cuchara grande en esa institución que antaño dio gran prestigio a México en el mundo literario.  

Los pactos familiares de AMLO van de escándalo en escándalo, desde el ascenso súbito de sus hijos como empresarios chocolateros, la vergonzosa cobranza de dinero en efectivo de su hermano Pio Obrador para contribuir a las campañas del tabasqueño, hasta los contratos generosos de Pemex para su prima Felipa Obrador, dueña de la empresa Litoral Laboratorios Industriales, que ha recibido contratos por más de 365 millones de pesos en los últimos años.

Y qué decir de los pactos partidistas en los que morena y sus partidos satélite como el PES, el Verde o el PT le ayudan al presidente a lograr mayoría en la Cámara, el Senado o los congresos a cambio de espacios políticos en los gobiernos o en las futuras legislaturas. Las y los levanta dedos de esos partidos venden su voto sin que medie el compromiso para con el electorado. Son parte de un pacto político que usa los logos partidistas para abonar al poder presidencial en detrimento de la sociedad y a favor del ego de un presidente con ansias de poder absoluto.  

No son pocos los pactos de impunidad  que el presidente ha sellado con delincuentes de cuello blanco, como el ex priista Manuel Bartlett, quien a pesar de comprobársele una riqueza inexplicable, es intocable y lo sigue manteniendo como uno de sus colaboradores más cercanos. Otras y otros funcionarios federales o colaboradores de su gabinete han sido señalados, como el matrimonio Ackerman-Sandoval, su ex vocero, René Bejarano o él mismo con manejos irregulares de los Segundos Pisos cuando fue Jefe de Gobierno, pero su gobierno ve la corrupción de los otros y la propia la esconde y la niega o tergiversa ante la evidencia. 

El país está tomado por el crimen organizado, y el presidente ha hecho pactos criminales con quienes han asesinado civiles en emboscadas o a miles de personas como parte de la lucha territorial de esas bandas. Lejos de emprender una estrategia que mitigara el impacto del crimen organizado, los ha empoderado, ha sido complaciente, afectuoso con la madre del Chapo Guzmán y su hijo Ovidio, al tiempo que ha dejado que las mafias se apoderen de grandes regiones del país donde ellos gobiernan, sin leyes y atemorizando a la sociedad.  

El talante conservador del presidente también ha sido motivo de pactos religiosos con los grupos más conservadores de la sociedad insertados en las diferentes credos religiosos. La más visible ha sido con cristianos y evangélicos agremiados en Confraternice, aunque su pacto con Norberto Ribera, ex arzobispo primado de México data de finales de los años 90. Con los hombres de la fe hace pactos machistas que, por un lado, los deja avanzar en sus agendas antiderechos, y por el otro, los encubre de sus actos delictivos, como es el caso de Rivera Carrera, protector de pederastas, y a quien no ha querido llevarlo ante la justicia.  

Los pactos inmorales de AMLO los ha sellado con la indolencia del tirano que no ve y no escucha. Es necio y sólo hace lo que él considera sin importarle las consecuencias. Ha impuesto el terror en su círculo cercano. Nadie puede contradecirlo porque es exhibido públicamente y expulsado de su gobierno. Ha tomado decisiones erróneas que nadie se ha atrevido a señalarle. Si él lo dice, se hace. 

AMLO es un autoritario narcisista enajenado de si mismo que no entiende que no entiende. Su vanidad lo sega y su sordera lo enloquece cada mañana. Ante la debacle, el presidente hace pactos con sus propagandistas goebbelianos: Epigmenio Ibarra, el propagandista mayor; Jenaro Villamil y sus vociferadores en los medios públicos, y un puñado de líderes de opinión orgánicos que desde los medios comerciales y las redes sociales replican una y mil veces las falsas verdades del presidente. 

El presidente está desnudo como el rey de la metáfora de Andersen. Sus súbditos mediáticos le aseguran que lleva hermosos ropajes e insisten en decirle lo que él quiere escuchar, ese es el pacto con ellos y ellas. Mientras, el país retrocede medio siglo, la economía se desploma, la salud mata a cientos de miles, la delincuencia en apogeo y los vientos del cambio deambulan por el laberinto de la soledad del México que ya no fue.  

@antoniomedina41 

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