Por Benjamín Muñiz
El viernes pasado en la noche la Comisión de Honor y Justicia de Morena tomó la decisión de reponer el proceso de selección del candidato a gobernador para el estado de Guerrero. Si bien es cierto es un primer paso, debemos tener cuidado, eso no implica que Salgado ya no pueda ser el candidato. Según resolución de dicha Comisión, Salgado sigue en pleno goce y ejercicio de sus derechos políticos por lo que, en estricto sentido, puede volver a ser beneficiado con dicha candidatura en el nuevo interno de selección de candidaturas morenista.
Esta es, a mi parecer, la primera enseñanza: Morena va a hacer lo que sea para, como se dice coloquialmente, taparle el ojo al macho. Demuestra, una vez más, que son expertos en la simulación. Por un lado, argumentan que van a reponer el procedimiento, pero por el otro, mantienen incólumes los derechos políticos del presunto infractor, con lo que permanece abierta la puerta a que siga participando en la contienda. Simulación. Nada nuevo bajo el sol.
Una segunda lección que yo veo en este entorno: la sociedad civil tiene la capacidad de generar cambios. Una vez que se levanta la voz, que hay una agenda en común, se pueden logra muchas cosas. Por ello no resulta extraño que Morena, empezando por el propio AMLO, ha intentado, por todos los medios, desvirtuar a las organizaciones de la sociedad civil. “Divide et impera” decían los romanos. Morena lo ha aplicado a la perfección. Pero la sociedad es capaz de generar cambios. Tomemos un ejemplo, algo que sucedió en 2010, lejos de aquí. Primero, un grupo de jóvenes comenzó a manifestarse en la plaza Tahrir, al poco tiempo se le fueron uniendo madres, obreros, taxistas, zapateros. El resultado, después de más de 30 años en el poder, en ejercicio de medidas extraordinarias, Hosni Mubarak renunció a la presidencia de Egipto. Barack Obama describe este episodio en “Una Tierra Prometida”:
“Al menos por unos breves instantes, aquellos cientos de miles de personas perdieron el miedo y no dejarían de manifestarse a menos que Mubarak restableciera ese miedo como solo él sabía hacerlo: por medio de palizas, disparos, detenciones y torturas”[1].
Situaciones similares sucedieron con el movimiento de los sufragistas, con el movimiento en favor de las personas negras.
La tercera enseñanza, realmente me da miedo: ver el vacío que existe en la oposición. Lo que sucedió con Salgado, lo que sucedió con Sergio Quezada, alcalde de Tototlán, Jalisco, lo que sucedió con José Elías Medel, precandidato a diputado local por Movimiento Ciudadano debió haber prendido botones de alerta en todos los institutos políticos quienes, en respuesta, debieron haber integrado en sus plataformas electorales, en calidad de prioritario, políticas tendientes a prevenir y frenar la violencia de género. Hasta el momento, ninguno ha abanderado esta causa.
El pasado 1 de marzo escuché una conversación con Mauricio Tabe, aspirante a Alcalde en Miguel Hidalgo por el Partido Acción Nacional. Durante su disertación refirió algo que me resultó muy lógico y muy necesario: el político debe abrazar causas, no ser un político vacío. Desgraciadamente, en este momento, no veo un solo político hombre que haya abrazado la causa de erradicar la violencia en contra de las mujeres.
Lo que está sucediendo en este momento con Salgado Macedonio y el hecho que siga teniendo posibilidad de ser candidato a gobernador demuestra el nivel de podredumbre que existe en nuestro entorno político. Lo escribí la semana pasada y lo reitero en este momento, es más, enfatizo más mi deseo: deseo de todo corazón que, en aras de la evidente simulación morenista, pierda votos, pierda poder, que la ciudadanía se dé cuenta, por fin, de la gran escoria que engrosa sus filas y el poco cuidado que tienen por los que tanto dicen defender. Estamos a poco más de tres meses de las elecciones, espero que los resultados sean acordes con nuestra realidad.
[1] OBAMA, Barack, “Una Tierra Prometida”, Ed. Debate, México, 2020, pp.783-784
