Por Benjamín Muñiz
Desgraciadamente México se ha convertido, desde hace ya varios años, en un país que se ha visto incapaz de salvaguardar la seguridad y la integridad física de sus ciudadanos. Esta realidad se ha vuelto mucho más evidente en las mujeres. Las cifras son moledoras: cada día 10 mujeres son asesinadas en México. Por supuesto, la existencia de grupos feministas se ha convertido en algo cotidiano.
Seamos francos: los gobiernos anteriores fueron ineficaces en contener la violencia en contra de las mujeres. Sus políticas fueron tibias y mal ejecutadas. El movimiento feminista, en gran parte, se unió a ese sentimiento de desesperanza y, en busca de un cambio, apoyaron a Andrés Manuel López Obrador, quien, desde el inicio de su administración, demostró que, a pesar de decir que respeta a las mujeres, no le importa generar las condiciones idóneas para su protección. Es un problema para el que nunca ha tenido tiempo y ha intentado desvirtuar este movimiento social.
En febrero del año pasado, en vísperas del paro nacional convocado por el colectivo de mujeres, el mandatario tuvo el desatino (por no decir cinismo) de señalar que en dicho movimiento hay oportunistas, denunciando que los conservadores se volvieron feministas:
“Claro, la derecha metida, los conservadores. Hay oportunistas, hasta los partidos políticos. Si las mujeres quieren marchar, que marchen. Pero mucho ojo, los conservadores ya se volvieron feministas”.
Menuda manera de darle la espalda a un movimiento que apostó por él, pero, aunque parezca increíble, el titular del Ejecutivo Federal acaba de asestar un golpe más en contra de la protección a las mujeres: respaldar como candidato de Morena al gobierno de Guerrero a Félix Salgado Macedonio.
Pocos personajes de la política me resultan tan deleznables como Salgado Macedonio. Representa lo más arcaico de las filas priistas, partido del que salió para posteriormente integrarse a las filas del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), Partido Social Demócrata (PSD), el Partido Socialista Mexicano (PSM), el Frente Democrático Nacional, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y, ahora, Morena. Tanto brinco de partido solo deja en claro una cosa: transita de acuerdo a lo que más más conviene a sus intereses, situación que, desgraciadamente, es muy común en nuestra clase política actual. El problema real, en este caso, no es la evidente capacidad que tiene el hoy candidato de saltar de un lado a otro, incluyendo el mundo escénico con un disco y una película en su haber, sino por la total falta de principios morales para ostentar cualquier cargo público.
Tengo claro que, constitucionalmente, impera el derecho de presunción de inocencia; que los derechos político electorales serán suspendidos hasta el momento que exista una sentencia definitiva que así lo ordene, sin embargo, la política es, en teoría, un ámbito donde deberían llegar personas moralmente aptas ya que tendrán la responsabilidad de trabajar por el bien común. Consecuentemente, dentro de los procesos de selección de candidatos de diversos partidos políticos establecen como requisito que el aspirante no se encuentre sujeto a procesos penales.
Tomemos dos casos muy concretos como ejemplos: el precandidato a diputado local por el distrito 7 de Puebla, José Elías Medel Galindo, fue bajado de la contienda por Movimiento Ciudadano después de que fueran difundidas fotografías en que se puede apreciar la comisión de conductas presuntamente constitutivas de abuso sexual en agravio de su hija:
“Elías Medel no cumple con el requisito fundamental para ser candidato de Movimiento Ciudadano: contar con el respaldo de su comunidad y acreditar una conducta intachable, por lo que no tiene posibilidad de acceder a una candidatura.
[…]
Lo decimos fuerte y claro: en Movimiento Ciudadano no tienen cabida quienes atenten contra la integridad de las niñas, los niños y todas las personas”.
Por su parte, Sergio Quezada, presidente municipal de Tototlán, Jalisco pidió licencia a su cargo después de ser acusado de hostigamiento sexual en contra de una empleada del ayuntamiento. Enrique Alfaro, gobernador de la entidad señaló que el acoso o abuso sexual no serán permitidos en esa entidad.
En sentido contrario a estas acciones, Morena, a pesar de los reclamos, ha otorgado la candidatura del gobierno de Guerrero, una de las entidades federativas con mayor número de denuncias por delitos sexuales a una persona que tiene, cuando menos, 4 denuncias por violación. Las voces de alarma no se hicieron esperar: grupos feministas, partidos políticos de oposición y gran parte de la sociedad civil en general solicitaron la cancelación de dicha candidatura, sin embargo, la protección de Salgado viene de lo más alto del gobierno: de Palacio Nacional:
“las respeto mucho [a las mujeres que han presentado denuncias]. Ya expliqué que esto corresponde al pueblo de Guerrero y corresponde a las autoridades competentes, y di a conocer también que en épocas de elección, los rivales, los que quieren el mismo cargo, se dice en política, que se es amigo hasta que no se compite por el mismo cargo.
[…]
Es que hay quienes están muy interesados, unos que quieren el cargo y otros pues que no quieren que un partido determinado gane y buscan debilitarlo. Yo creo que sería muy bueno porque esto ayudaría entender las cosas, que se hicieran encuestas, porque esto aclararía porque tanta campaña, porque tanto linchamiento mediático, hay que tener confianza al pueblo de Guerrero. El pueblo de Guerrero es mayor de edad.
[…]
Entonces ya, como dicen algunos “ya chole”, o sea qué, porque van a lanzar una campaña en los medios, que el Reforma, El Universal, que los programas de radio como era antes, conductores de radio, con especialistas, sentenciado, juzgando. Si nosotros padecimos eso durante años, ataques tras ataques”.
No tengo palabras que basten para expresar el desencanto, la frustración, el enojo por los comentarios vertidos desde la Primera Magistratura del país. Ver la férrea defensa del presidente a un candidato acusado de violación, contra el cual existen carpetas de investigación, el cual ha sido señalado, es por demás grave, máxime en un país donde la seguridad y la integridad física de las mujeres no ha sido atendida correctamente y, en este gobierno, se ha demostrado que no es prioridad.
Morena demuestra, una vez más que, lejos de parecer partido político, parece una secta religiosa que gira alrededor de un líder único, cuya voz es mandamiento. Demuestra, además, una lejanía de la ciudadanía como nunca se había observado. Nada de primero los pobres, nada de terminar con la corrupción, de aplicar la ley, al contrario, se acopla muy bien al principio juarista: “Para los amigos, justicia y gracia. Para los enemigos, la ley a secas”. Deprimente el panorama que vivimos hoy día. Espero de corazón que ese sentimiento de desesperanza se vea reflejado en los resultados electorales de este próximo 6 de junio.