Por Erick Medina
¿Qué es América latina? ¿Es un pueblo con identidad indígena o acaso es más hispana?
Esa clase de preguntas son las que se han realizado a lo largo del siglo pasado y parte también del actual siglo XXI.
De esas preguntas parte la corriente filosófica del “Americanismo filosófico”. Corriente filosófica nacida en México al fin de la Revolución mexicana, en un contexto repleto de nacionalismo y autores como José Vasconcelos, quienes se sumergieron en la infernal búsqueda de una identidad nacional, pero sin saberlo, acabaría por sumergir a toda la región latina en una duda existencial al calibre de los griegos presocráticos bajo la pregunta ¿Qué somos y de dónde venimos?
¿Qué somos y de dónde venimos?
La situación de la región es sin lugar a dudas una situación muy peculiar. ¿Qué somos?, ¿somos un pueblo indígena o hispano? En primer lugar, parecería que la respuesta es que somos un pueblo indígena ya que poseemos una herencia cultural sumamente marcada por las culturas precolombinas pero la mezcla se descompone cuando agregamos componentes como la iglesia católica y demás costumbres europeas. Entonces caemos en la misma pregunta ¿Qué somos?
Creo que gran parte de la respuesta se encuentra en la gastronomía. Sé que puede sonar absurdo pero la gastronomía es un gran reflejo de nuestra identidad como sociedad. ¿Acaso no es la gastronomía una mezcla de componentes euroasiáticos y precolombinos? Bueno pues realmente la identidad latina es igual. El pueblo latino no es un pueblo europeo ni indígena, es un pueblo mestizo, cosa que para muchos resulta obvia. El problema entra cuando vemos que la misma sociedad latina niega muchas veces una parte de su identidad u otra.
Problemas de identidad actuales: ¿indigenismo o hispanismo?
Aun que parece ser que la respuesta a nuestro problema de identidad sea el mestizaje, actualmente vemos como grupos de la misma sociedad latina niegan o defienden algunos componentes respecto a la identidad de la región. Algunos acusan que el continente es indigenista y que así debe permanecer, otros afirman que los españoles realmente trajeron la civilización al continente. Sea cual sea la verdad es inevitable no percatarse de esto cada que se conmemora la derrota de Cortez en el territorio mexicano, cuando en lugar de llamarle “la noche triste”, se le conoce como “la noche victoriosa”. La pregunta es ¿victoriosa para quién? Claramente muchos contestaran que, para los indígenas, pero ¿acaso no había muchos pueblos indígenas aleados a Hernán Cortez? Cuestiones como estas son las que ponen en manifiesto que la búsqueda por la identidad latina sigue vigente y considero que terriblemente abandonada.
Conclusión personal
Este tema da para una amplia conversación, lo cierto es que respuestas hay muchas y de diferentes matices, pero si en cuanto a lo personal respecta. Sostengo la idea de que Latinoamérica no es ni indígena ni hispano. Somos el resultado de dicha mezcla, somo un pueblo latino independiente de los incas o de los mexicas, pero también de España y de las demás regiones que tocaron a la región en toda su historia. Eso hace a la región en una región muy rica culturalmente hablando y con demasiado potencial a desarrollarse, siempre y cuando se deje de discriminar el origen del cual venimos.
Es realmente interesante observar como en México nacido una corriente filosófica, pero a su vez es triste observar como la sociedad mexicana paso de largo de esta corriente, ni siquiera añadiéndolo a las clases de filosofía de las escuelas.
La búsqueda por nuestra identidad sigue vigente, pero poco a poco se va avanzando hacia una autentica identidad latinoamericana. Donde las raíces indígenas e hispanas puedan coexistir en armonía, teniendo como hijo a una cultura fresca y autentica para ofrecerla a toda la humanidad.
Ningún componente de nuestro origen debe ser penoso y de todos debemos sacar las mejores cosas, pero también reconocer las peores para no repetirlas.
Latinoamérica no es indigenista ni hispano, es simplemente Latinoamérica.
“el 13 de agosto de 1521, heroicamente defendido por Cuauhtémoc. Cae Tlatelolco en poder de Hernán Cortez. No fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy.”
Placa conmemorativa en la zona arqueológica de Tlatelolco.