Por Raymundo Moreno Romero
El coeficiente o índice de Gini es un instrumento de política pública ideado por el estadístico italiano Corrado Gini para medir la desigualdad, es decir, para identificar la brecha que separa a los más ricos, de los más pobres. Dicho índice considera elementos como el acceso a servicios públicos, a la salud, a la educación, a oportunidades laborales y, por supuesto, el ingreso de las familias, entre otros elementos. Nuestro país y nuestra región latinoamericana históricamente se han destacado por sus pobres resultados en cuanto al ideal de igualdad, más aún, han sido ejemplo de lo que no debería ser: vivimos en un rincón del mundo donde unos pocos tienen de sobra, lo que a muchos les falta.
Durante décadas la política social del Estado Mexicano ha invertido cientos de miles de millones de pesos en tratar de acotar la evidente y vergonzosa brecha de desigualdad, no obstante, errores en la implementación de la política pública y, destacadamente, el fantasma de la manipulación de los más pobres entre los pobres con fines electorales han sido un dique que evita dar el salto cuántico.
En los primeros tres sexenios de este siglo, los esfuerzos por acotar el desnivel en los ingresos y el acceso a oportunidades en la sociedad mexicana dio resultados marginales. Durante el gobierno del presidente Fox la desigualdad se redujo en un 5.3%, en el sexenio del presidente Calderón se acotó en un pírrico 0.2%, y ya con Peña Nieto disminuyó en un 4.8%, no obstante, de acuerdo a información pública de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidad, la CEPAL, durante el primer tercio del gobierno de la autodenominada cuarta transformación, la desigualdad en México creció drásticamente en 8%, es decir, en apenas dos años perdimos buena parte de lo que habíamos ganado en los primeros 18 años de signo XXI.
El presidente de la República ha reiterado desde su campaña el discurso de primero los pobres y tiene razón, en un país con más de 62 millones de personas en situación de pobreza, llama mucho la atención tener a algunos de los hombres y las mujeres más ricas de la región y del planeta, sin embargo, en los hechos, pareciera que la retórica presidencial se ha quedado en eso, en palabras vacías.
Los datos duros no mienten, el número de personas en marginación va creciendo y con el también los resultados que arroja el coeficiente Gini. La política social de este gobierno, eje de la propaganda oficial, ha fracasado, y la presencia de los servidores de la nación, meros operadores políticos del gobierno federal y su partido, en los hechos, nos aleja cada día más del ideal de confianza e igualdad con el que hemos soñado desde la fundación de la República. También en este rubro, urge un golpe de timón.