El día 3 de noviembre promete ser una de las fechas más importantes del año 2020, ya que se da inicio a la jornada de elecciones federales en Estados Unidos, una de las principales economías del mundo, la cual enfrenta uno de los comicios más competidos y controversiales de su historia reciente. Principalmente, los ciudadanos estadounidenses tienen la oportunidad de votar al actual presidente Donald Trump para un segundo periodo de gobierno en la Casa Blanca o decantarse por su contrincante del partido demócrata, Joe Biden.
Contrario a sistemas electorales de representación directa, como el mexicano, donde cada voto individual se computa como parte del resultado final, Estados Unidos se rige por el sistema del Colegiado electoral, donde el voto es emitido por 538 compromisarios o delegados distribuidos según la población de cada una de las 50 entidades federativas estadounidenses. El ganador de las elecciones estadounidenses es determinado por quien obtenga el mayor número de estos votos colegiados, es decir, un mínimo de 270.
Un ejemplo: California, estado reconocido como Demócrata y con una población de casi 40 millones de personas, tiene 55 votos. Mientras que Texas, segundo estado con más ciudadanos e históricamente Republicano, cuenta con 38 votos colegiados. Lo importante es que, en conjunto, las demarcaciones históricamente inclinadas hacia un partido particular no proporcionan la mayoría necesaria para definir a un ganador.
Si bien existen estados con marcadas tendencias demócratas o republicanas, el análisis de la historia reciente de las elecciones de Estados Unidos revela que los resultados electorales de 12 estados resultan claves para definir las elecciones: Arizona, Carolina del Norte, Florida, Georgia, Iowa, Michigan, Minnesota, New Hampshire, Ohio, Pensilvania, Texas y Wisconsin. Combinados, estos estados de adscripción ambigua representan un total de 193 votos colegiados.
Otro ejemplo es Florida, estado con un número importante de 29 sufragios, que ha sido fundamental y polémico desde siempre por estas razones. El caso más sonado fue el de George W. Bush en el año 2000, cuando resultó victorioso al exigir a la Suprema Corte de Estados Unidos anular el recuento de los votos en dicho estado pedido por su contrincante, el vicepresidente demócrata, Al Gore. El mismo Donald Trump ha amenazado antes con utilizar la Suprema Corte para contender el resultado de las elecciones de 2020 en caso de que no lo favorezca.
Por su parte, Biden ha logrado impulsar el voto a su favor en estados con numerosos compromisorios a pesar de ser tradicionalmente republicanos, gracias a su campaña en pro de los derechos de las minorías y el apoyo a jóvenes, además de sus notables ideas progresistas. Estos estados, donde Trump ganó las pasadas elecciones y ahora se inclinan por el candidato demócrata, según información del medio Bloomberg, son: Carolina del Norte, Ohio, Pensilvania, Michigan, Arizona y Wisconsin. Mientras, New Hampshire y Minnesota continuarían a favor de un gobierno azul.
Sin embargo, a estas alturas una gran cantidad de votos tempranos ya han sido emitidos. La crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19 provocó un voto masivo con anticipación, según datos del U.S. Elections Project de la Universidad de Florida. El proyecto confirma la realización del 66.8% de los sufragios, comparado con el número de votantes en 2016. De este porcentaje, 59 millones de boletas fueron entregadas por correo y 34 millones de manera física.
Las elecciones federales del año 2020 en Estados Unidos resultan una de las más polémicas en la historia reciente de dicho país, ya que los votantes se ven en la posición de elegir entre dos candidatos que plantean perspectivas y realidades muy distintas entre sí. A lo largo del año 2020, demócratas y republicanos se han visto enfrentados en temas claves como la respuesta a la actual crisis económica y de salud provocada por la Covid-19; la continuidad del programa Obamacare; las protestas contra la brutalidad policiaca y el racismo, entre otros. Aún falta por definir en un conteo oficial quien habitará la Casa Blanca durante los próximos cuatro años y numerosas instituciones alerta sobre el peligro de declarar un ganador de forma premeditada. Por el momento, la atención se centra en un voto nunca antes visto y la inclinación de los estados clave para romper las tendencias anteriores.
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