Por Benjamín Muñiz
Después de un muy complicado e intrincado proceso interno, el Diputado Federal Mario Delgado fue electo Presidente Nacional de MORENA. Por supuesto, su principal contendiente, el también Diputado Porfirio Muñoz Ledo, desconoció los resultados y anuncio una ruta jurídica que busca reponer la elección interna (si, nuevamente se irán a Tribunales, como ha sucedido desde hace más de un año).
La contienda interna se ha visto plagada de dimes y diretes, acusaciones, pleitos, descalificaciones, incluso amenazas de llegar a órganos jurisdiccionales. Porfirio acusó a Mario de usar recursos públicos para su campaña, Mario reviró acusando a Porfirio de abusos sexuales, en fin, un claro ejemplo de lo que debe ser la pulcritud de las elecciones internas.
En estos días he estado recapacitando y se me ha venido a la mente una interrogante. Si bien es cierto que creo que sí existe una profunda división dentro de las filas morenistas, ¿existirá la posibilidad que está no sean tan profunda como parece? ¿Podría ser que se exageren estas divisiones para generar mayor presencia en medios? No existe la publicidad mala, solo existe la publicidad. Oscar Wilde decía “Que hablen mal de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”. Todo parece indicar que los altos jerarcas del partido de Andrés Manuel conocen muy bien esta verdad.
No puedo negar que resulta muy preocupante que la división morenista sea de los tópicos de los cuáles más se habla en los medios, los que reciben mayor atención. Esto solo me demuestra una cosa muy clara: no hay una verdadera agenda política, no hay partidos de oposición. El Presidente y su partido imponen la agenda de comunicación. Esto es extremadamente preocupante.
El cataclismo de MORENA no solamente se vive al interior de sus filas, por el contrario, trasciende hacia el exterior, demuestra la pobreza que actualmente encontramos en nuestro sistema político, cataclismo al que estamos siendo arrastrados, sin una agenda clara, sin acciones contundentes para hacer frente a las problemáticas nacionales, sin la capacidad de reaccionar ante las circunstancias adversas.
Según cifras oficiales, al 28 de octubre de 2020, han fallecido 89,814 personas a causa del COVID19, sin embargo, funcionarios de la propia Secretaría de Salud han reconocido que la cifra real de fallecimientos puede ser cercana a los 200,000. En este panorama, lejos de preocuparnos de lo que verdaderamente importa, hemos caído en el juego del gobierno y su partido, hemos desviado la atención para concentrarnos en temas mucho menos importantes lo que nos ha llevado a no exigir resultados en las cosas que verdaderamente importan.
Esto debe ser un llamado para la sociedad civil, para los partidos políticos de oposición, para los mexicanos. Pongamos atención a los temas que son realmente trascendentales y dejemos de distraernos con situaciones que, realmente, solo afectan a los militantes de un partido político que, dicho sea de paso, si bien es cierto que tiene gran popularidad, también lo es que no cuenta con un número muy elevado de militantes.