Por Arturo Prida Romero
Presidente del IX Consejo Nacional del PRD
El sobrepeso y la obesidad son dos condiciones que afectan severamente a la población mexicana, tanto adultos como niños de todos los rincones del país presentan afectaciones a su salud que, según los especialistas son potencializadas por una mala alimentación y un estilo de vida sedentario.
Sin embargo, al igual que la mayoría de los problemas que enfrenta el país, como los de salud, la violencia, la inseguridad y la pobreza, el origen de éstos no se debe a un sólo denominador y tienen sus orígenes en la suma de múltiples factores, inclusive, es menester reconocer que existe una interrelación entre todos y cada uno de ellos.
Legislar por legislar, prohibir por prohibir o subir las penas no acaban per se con una problemática. Una de las medidas que más fue intentada y que de igual manera fue la que menos resultados ha obtenido, es sin duda, el recrudecimiento de las penas en materia penal.
El objetivo central de esta propuesta fue que la violencia y la delincuencia de un Estado puede disminuir al elevar las penas que se otorgan ante la comisión de un delito, basados en teorías penales del pasado, consideraron que el aumento de las penas tendría un efecto ejemplificativo, es decir, al ver que un delincuente es sentenciado a muchos años los demás no querrían delinquir, y a una supuesta capacidad desincentivadora, al mostrar que meterse con la ley ocasiona serios problemas para el que delinque.
Durante años las penas por cometer delitos como el robo, el secuestro y la delincuencia organizada han sido aumentadas año tras año, sin embargo, ninguno de estos ha disminuido, al contrario, cada vez hay más.
¿Entonces qué está pasando? La respuesta es simple, de cada 100 delitos sólo son castigados 2, con un porcentaje de impunidad que ronda el 98%, cualquier pena es indiferente y pierde todo su valor. De nada sirve, aumentar las penas si no existe un sistema judicial eficiente, de nada sirve que una ley manifieste un castigo de 400 o 500 años cuando se reducen los presupuestos para la prevención del delito; cuando se eliminan los fondos para la seguridad; cuando se invierte menos en educación; cuando el PIB decrece 14% en el segundo trimestre de 2020.
Atacar un problema multifactorial pensando que éste sólo tiene un frente es como querer tapar el sol con un dedo. Ejemplo de ello, el prohibir la venta de comida chatarra a menores de edad, recientemente aprobada en Oaxaca y que ya se piensa replicar en más estados, e inclusive se busca llevar al nivel federal. Al igual que las teorías penales de antaño olvidan los derechos humanos y son incapaces de entender las problemáticas sociales como la suma de muchos factores.
La nueva medida prohibitiva violenta derechos fundamentales y no atiende la pobreza que genera que los niños consuman productos poco saludables pero que los hace sentir satisfechos, olvidan que hace falta una educación que les de la conciencia necesaria para diferenciar productos saludables, contar con clases de educación física y una mayor actividad física en su casa y su comunidad, y olvidan otorgar apoyos para que las niñas y los niños tengan acceso a alimentos saludables.
Prohibir la venta de comida chatarra no reducirá los índices de obesidad ni mejorará la vida de las futuras generaciones. El populismo legislativo, tal vez les genere algunas simpatías electorales; pero lo que realmente es importante, es generar una gran estrategia de salud, de economía, de deporte. No legislar por legislar y prohibir por prohibir.