A partir de los desafíos planteados por investigaciones que arrojan nueva evidencia sobre los niños y adolescentes como portadores y vectores de contagio importantes para el virus Sars-Cov-2, especialistas ponen en duda la decisión de abrir aulas y volver a clases presenciales durante la pandemia de Covid-19, sobre todo en países con mayores condiciones de pobreza, y pese a la implementación de una nueva normalidad.
De acuerdo con un estudio publicado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), con información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), niños y adolescentes tienen más contacto con adultos mayores en países que se encuentran en vías de desarrollo y con mayor incidencia de pobreza.
Esto se debe a las apretadas condiciones de vivienda, poco o nulo acceso a la educación, desempleo, y servicios de salud deficientes, lo que obliga a muchas familias numerosas permanecer en espacios reducidos, donde niños y ancianos pasan más tiempo en horas en las que el resto de los familiares laboran o se encuentran fuera de casa.
Para llevar a cabo el estudio sobre los riesgos de este contacto entre niños, adolescentes, y adultos mayores, en el marco de la crisis sanitaria por Covid-19, y en caso de volver a las escuelas, especialistas del WEF utilizaron un método de epidemiología llamado matrices de contacto, con el propósito de evaluar el alcance de los contagios al compartir espacios reducidos entre un gran número de personas.
Según los resultados de este modelo, luego de evaluar grupos en regiones con distintas condiciones económicas, entre los que figuran Nigeria y España, la curva de contagios solo se mantiene plana en países con mejores servicios de salud, infraestructura adecuada, y medidas de mitigación basadas en protocolos oficiales.
Concluyeron que los países en vías de desarrollo que no demoren su regreso a clases podrían ver hasta un aumento del 8% en la población infectada con Covid-19, así como un doble de fatalidades para adultos mayores de 60 años. En caso de continuar con las escuelas cerradas, se podría prevenir 175 mil muertes locales derivadas de contagios entre niños, adolescentes, y adultos mayores.
Pese a la advertencia sobre la nueva apertura de aulas, el WEF indicó que la implementación depolíticas para demorar el regreso a clases requiere consideraciones económicas y sociales, así como sus respectivas medidas de contingencia, principalmente por el confinamiento, riesgos de violencia doméstica, salud y alimentación, y necesidades laborales de todas las familias afectadas por una pausa prolongada de las actividades escolares.
En primer lugar, a partir del estudio sobre la vida de mujeres africanas jóvenes durante los brotes de ébola, publicado por el Centro Internacional de Crecimiento (IGC, por sus siglas en inglés), informaron que la vida de millones de niñas y mujeres jóvenes, durante un periodo de confinamiento prolongado, se ve afectada por un aumento en casos de violencia doméstica, feminicidios, bajas escolares, y embarazos en la adolescencia.
Asimismo, dado los niveles de pobreza en regiones como África y América Latina, un gran número de niños y adolescentes tienen acceso a servicios básicos de alimentación y salud al acudir a las escuelas, como parte de servicios comunitarios, mismos de los que no disponen en su vivienda.
El regreso a clases es un factor con variables que dependen de situaciones sociales, económicas y geopolíticas distintas, sin posibilidad de ser solventadas por un mismo plan de contingencia, y con el riesgo de aumentar los contagios y decesos por la crisis sanitaria. Por lo tanto, como exhorta el WEF, los países deben evaluar un regreso a clases adecuado, y ofrecer condiciones dignas para las familias que permanecen en las dinámicas de cuarentena.
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