Múltiples voces han preguntado con extrañeza sobre las verdaderas razones que justifiquen el viaje de AMLO a Estados Unidos para reunirse con Donald Trump y muchas otras han criticado con dureza este encuentro en la Casa Blanca. A todas ellas López Obrador ha contestado que es con el propósito de agradecer la ayuda recibida para enfrentar la pandemia y, especialmente, para celebrar la firma del tratado comercial trilateral que también incluye a Canadá.
Las motivaciones de quienes formulan cuestionamientos se fundan en que el primer viaje al extranjero del presidente mexicano sea para entrevistarse con el mandatario estadounidense, el más racista, conservador y antimexicano de los últimos tiempos, quien sigue férreamente empeñado en continuar la construcción del muro que separará físicamente a Estados Unidos de México y que tiene como objetivo evitar el paso de migrantes mexicanos y latinoamericanos indocumentados en búsqueda de oportunidades de trabajo legal. Además, está el antecedente inmediato de la amenaza de Trump de sancionar a México con aranceles a nuestros productos de exportación si no se tomaban medidas para frenar la migración proveniente de Centroamérica, al mismo tiempo que se reiteraba que México pagaría por el muro fronterizo.
La lastimosa respuesta obradorista fue desplegar a decenas de miles de efectivos de la recién creada Guardia Nacional a lo largo de nuestra frontera sur, un cuerpo paramilitar formado para combatir la inseguridad.
De cualquier manera, Trump siguió insultando a los mexicanos calificándolos de narcotraficantes, malditos y de cualquier otro insulto que se pudiera imaginar, aunque siempre reconociendo en AMLO a un “buen gobernante, un amigo” con el que tiene muchas ideas en común.
Por otro lado, en Estados Unidos está en curso el proceso electoral para renovar la Presidencia de la República. Donald Trump es ya el candidato del conservador Partido Republicano, quien contenderá contra Joe Biden del Partido Demócrata, al cual el actual canciller Marcelo Ebrard estuvo apoyando hace 4 años cuando, en fórmula con Hillary Clinton, contendió en contra de Trump.
A Peña Nieto se le criticó, con absoluta razón, por haber recibido al candidato Trump en Los Pinos hace 4 años. López Obrador fue uno de sus más duros críticos diciendo que eso ayudaría al triunfo del republicano gringo mismo al que, de llegar ambos a la Presidencia de sus respectivos países, “pondría en su lugar”. Ahora resulta que, según diversas versiones, fue Trump quien fijó la fecha de la entrevista prácticamente citando a AMLO en Washington, sin importar que no estuviera presente Justin Trudeau, primer ministro canadiense y segundo integrante del tratado comercial ahora identificado como UMSCA o TMEC.
Tienen razón todos quienes preguntan y fustigan la oportunidad (el “timing”) de este viaje. No tengo dudas de que López Obrador actúa como una pieza del ajedrez de Trump, como un instrumento para intentar superar la creciente diferencia que lo separa del demócrata Biden, situado muy por arriba del republicano. ¡Triste papel en el que queda México con nuestro mandatario calificado (¿autonombrado?) de izquierda!
¡Qué importa que vaya o no en vuelo comercial! Va a hacerle el trabajo sucio a Trump para tratar de atraer el voto latino y mexico-estadounidense a su favor. Por eso el Partido Demócrata ha cuestionado esta visita.
Además, de acuerdo con algunas fuentes, los empresarios mexicanos ¡ni siquiera fueron invitados a “la fiesta de la firma del TMEC”, siendo ellos protagonistas centrales de su ejecución! Según se ha informado, el Presidente decidió invitar solo a algunos de los que integran su Consejo Económico Asesor (creado por él mismo poco antes de tomar posesión). Tan sólo este hecho subraya y desnuda que el propósito principal no es el de la reciente firma del nuevo tratado, sino que AMLO en realidad está obedeciendo órdenes del más racista, xenófobo y antimexicano presidente de los Estados Unidos. “¿Pero qué necesidad?”
Artículo publicado el 8 de julio de 2020 en El Diario del Yaqui
