Por Arturo Prida Romero
Presidente del IX Consejo Nacional del PRD
El atentado de la semana pasada en contra del Secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México ha generado en la opinión pública un montón de preguntas, fomenta la imaginación de los especialistas e impulsa la formación de decenas de teorías especulativas sobre las verdaderas intenciones y motivos para que una célula criminal de la magnitud del Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) atentara contra la vida, pero, sobre todo, contra la institución que representa Omar García Harfuch.
Sin lugar a dudas, la teoría conspirativa más popular es que el atentado es un montaje, realizado por las mismas autoridades en la búsqueda de desviar la atención de la opinión publica hacia ese hecho y no hacia la crisis económica y de salud, derivada de la pandemia de Covid-19. Pero el sólo hecho, de que policías e inocentes murieran o resultaran heridos es motivo suficiente para no caer en esta especulación.
Posteriormente empiezan a surgir más piezas de un rompecabezas. Una de ellas es el poco “profesionalismo” de los sicarios seleccionados para este atentado, ya que estos, no eran ni de cerca personas adiestradas y con pericia en el uso de armas de fuego y mucho menos en situaciones de alta tensión como lo es, un enfrentamiento armado.
Ahora se sabe que, a excepción del líder y supuesto organizador del atentado, todos los demás hombres habían sido contratados de manera freelance, con la promesa de un pago de cien mil pesos. Con lo que la mayoría de los involucrados en el atentado, no tenía mayor conocimiento de cuál era el objetivo del ataque.
Lo que nos habla de que esta operación fue concebida como una misión suicida, por lo que, quienes serían los ejecutores, eran piezas de poco valor en el bajo mundo del crimen, peones sacrificables en un juego mucho mayor.
Por lo que surgen muchas especulaciones, sobre la verdadera intención del cártel, puesto que seguramente deseaban dar un mensaje con la muerte del secretario, pero, condición que no era estrictamente necesaria, pues, con o sin bajas, este mensaje, ya ha sido enviado. Es decir, el mensaje era el atentado y no el resultado de este.
El CJNG ha traspasado la frontera que se había mantenido tácita, sobre la capital del país, la CDMX perdió su calidad de epicentro del poder político, económico y principalmente policial, puesto que no existe ninguna institución de seguridad en el país, con la cantidad, calidad y presupuesto que tiene la Ciudad. Con sus casi cien mil policías o sus quince mil cámaras es por mucho la ciudad mejor protegida del país.
Sumado a esto, el secretario pertenece al top 50 de personal estratégico de seguridad, lo que manda un mensaje a justos y pecadores, a mandos y políticos, “nadie es intocable, ninguna ciudad es ajena, la ofensiva es real y no se detiene”.
Por su parte, el mensaje de este lado fue el siguiente; el trabajo policial y de investigación funciona y permitió la captura de todos los involucrados, de este bando, el mensaje para los que lo desean escuchar también fue sólido, “la inteligencia, los C5 y la operatividad de la Ciudad, sirven y están alertas”.
Preparadas para garantizar la seguridad, al menos, cuando se trata de atentados de alto calibre, ya que más de uno dirá que tanta infraestructura sólo sirve para casos excepcionales, y que los robos menores, los que suceden en el transporte, en la vía pública o en los pequeños negocios, esos no, ahí la sociedad no ve a los cien mil policías.
Otra cosa que genera suspicacias es sin duda, la centralización del caso en manos de la jurisdicción local, cuando hasta un contador sabe que los delitos de delincuencia organizada y el de uso de armas exclusivas del ejercito pertenecen al ámbito federal, el caso, los detenidos y las pruebas, fueron enviadas y recibidas a la fiscalía especializada en secuestro capitalina.
Pero ¿Por qué? Acaso la autoridad capitalina no confía en la federal, acaso existe desconfianza en la encargada de combatir a los cárteles del país, tan malos son investigando, que la CDMX decidió que la única manera de hacer justicia es hacerla por su propia mano. O, todo lo contrario, el caso es tan complicado que la Fiscalía General de la República y su ausente titular, el fiscal Alejandro Gertz Manero prefiere no involucrarse, evitando el costo político que trae un suceso como éste.
Lo único que es seguro es que los problemas en la CDMX apenas comienzan, y que actos políticos irresponsables como bajarse a saludar a la mamá del Chapo Guzmán, competidor directo del CJNG, pone nerviosos a muchos y ofende a otros tantos. Por lo pronto, debemos esperar y seguir de cerca los procedimientos judiciales, ya que, se dice que algunos de los sicarios saldrán libres, por no poder relacionarlos con delitos graves, algo que no solo merma el espíritu de las personas que arriesgan su vida en temas de seguridad, sino que alienta a los criminales a organizarse y a revelarse contra el Estado.