George Vaillant, psiquiatra de la Universidad de Harvard escribió, “un individuo resistente se asemeja a una rama con un núcleo vivo verde y fresco. Cuando se tuerce, dicha rama se dobla, pero no se rompe; vuelve a brotar y continúa creciendo”. La metáfora describe a cerca de dos tercios de la población, estas pueden recuperarse de experiencias difíciles sin efectos psicológicos prolongados, incluso cuando han vivido eventos como crímenes violentos o situaciones de guerra. No obstante, el otro tercio sufre angustia psicológica durante meses o, incluso, años.
Amenaza de enfermedad, soledad del aislamiento, pérdida de seres queridos, repercusiones tras pérdida del trabajo, depresión, ansiedad y la continua incertidumbre sobre el fin de la epidemia, son afecciones que seguirán para algunos. Todo esto se complica de persona a persona porque no a todos afecta de la misma manera. El desafío de Covid-19, “dará una ciencia completamente nueva de la resiliencia. Aprenderemos cómo ayudar a las personas a ser más resistentes” dice el psiquiatra Dennis Charney de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, Nueva York.
Li Duan y Gang Zhu del Departamento de Psiquiatría del Hospital Primera de la Universidad Médica de China, publicaron un articulo titulado “Intervenciones psicológicas para personas afectadas por la epidemia Covid-19”, donde se aborda la falta de atención psicológica y la importancia de la detección adecuada de la misma dependiendo del nivel de afectación presentado por los pacientes.
Comenta que para las personas con sospecha de infección bajo cuarentena o en el hogar, el personal del servicio de salud comunitario debe proporcionar atención médica primaria y atención de salud mental. Sin embargo, por los complicados procedimientos, grandes cargas de trabajo y falta de capacitación estandarizada en psiquiatría o psicología clínica, no siempre se sabe cómo mitigar la angustia psicológica de los pacientes.
Durante la fase inicial del brote de Covid-19 en China, se realizó una encuesta evaluando la severidad y los efectos del aislamiento forzado. Más de la mitad de los encuestados calificaron el impacto psicológico de moderado a severo y aproximadamente un tercio informó ansiedad de moderada a severa. Los resultados se muestran en el articulo “Respuestas psicológicas inmediatas y factores asociados durante la etapa inicial de la epidemia de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) entre la población general en China” por el investigador Cuiyan Wang.
Afrontar con éxito una crisis significa continuar funcionando y participar en las actividades cotidianas. Para ello se debe resolver los problemas, regular las emociones y administrar las relaciones. Hay factores que afianzan la resiliencia, como el optimismo, la capacidad de mantener la perspectiva, un fuerte apoyo social y un pensamiento flexible. Las personas que consideran poder hacer frente a este problema, de hecho, tienden a hacerlo mejor.
Daisy Fancourt de University College London, comenta “es necesario alentar a seguir estrategias clásicas de salud mental como dormir lo suficiente, hacer ejercicio, comer bien y mantener fuertes conexiones sociales. También es útil dedicar tiempo a proyectos, incluso pequeños, que brindan un sentido de propósito”. Por su parte, Anita DeLongis de la Universidad de Columbia Británica ha demostrado que con un alto nivel de empatía se tiene más probabilidades de participar en comportamientos de salud apropiados a diferencia de quienes no son empáticos.
Carol Worthman, antropóloga de la Universidad Emory, Atlanta, dice “la capacidad de hacer frente a las reverberaciones de la pandemia no es solo un problema individual sino social”. Cultivar la resiliencia a través del apoyo comunitario parece ser más importante que nunca. En este panorama, llama la atención el crecimiento exponencial y satisfactorio de las conexiones remotas como las redes sociales, conferencias en linea, vídeo llamadas, entre otros.
Investigaciones anteriores sobre los efectos de la tecnología digital y los medios de comunicación se centraron en la asociación entre el tiempo dedicado a las pantallas y el bienestar psicológico, pero revelaron poco sobre el valor de los diferentes tipos de interacción en línea. Ahora, el mundo depende del internet para socializar, siendo crucial el investigar esos matices.
No existe una agencia que planifique y coordine la intervención psicológica para el país. Involucrar psiquiatras y profesionales de la salud mental encargados de asesorar al gobierno sobre políticas de salud mental e intervención psicológica es imperativo para lograr una estrategia completa y vigilante de la salud psicológica del mismo modo que la salud física.
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