Por Guillermo Cejudo Aparicio
Sobrevivir, uno de los instintos primarios en cualquier ser vivo, incluso en la vida humana a pesar de las oportunidades, comodidades que tienen algunos y otros no, la supervivencia se encuentra en cada uno de nosotros.
Personas se suman a un pánico colectivo, otras más despreocupadas creen que solamente es un engaño, por otro lado están los que se mantienen tomando sus precauciones tratando de continuar con su día a día, y los que sostienen una vida complicada en donde es más importante conseguir comida que preocuparse por una infección (COVID-19). No importa a cual tipo pertenezcas, las consecuencias serán inevitables, donde sus estragos sólo han comenzado.
En primer instancia están las medidas sanitarias de seguridad que se asumen para el bien mayor, que generan que todo tipo de negocios estén siendo afectados, pero que recae más en la clase baja y media de nuestra sociedad, desde un vendedor ambulante, que por lo general vive al día, así como los trabajadores/microempresarios sin ningún tipo de prestaciones.
La desigualdad económica crecerá, habrá mayores movimientos de protesta social por ésta polarización y por ende una crisis financiera global. Se intensifica al mismo tiempo el estigma del extranjero, junto con la discriminación racial, sexual y/ étnica, como ejemplo actual sería el estigma a China.
En otra instancia, el confinamiento al que casi toda la población tenemos que sobrellevar, cambiará por completo la forma en que se acata la forma educativa, laboral y social. A pesar de que el home office, clases en línea o relacionarse a través de una pantalla no es algo nuevo, sí marcará un antes y después de como utilizaremos estos recursos de una forma más natural/común.
La humanidad ha sobrevivido en otras épocas a la viruela, el sarampión, la peste negra, el sida, por mencionar algunas, lo más seguro que vuelva a sobrevivir una vez más, pero las consecuencias que deje no desaparecerán de un día para el otro. Se acercan momentos de gran tensión entre países, así como a las sociedades de los más pequeños pueblos de las naciones.
Estos momentos por los que atravesamos son un gran recordatorio sobre la fragilidad de la era humana, solo nos queda ser solidarios, desempeñar de la mejor forma nuestro rol y cumplir con lo que nos corresponde o esté en nuestras manos, porque no hemos llegado a este punto de nuestra existencia solamente para sobrevivir, sino para vivir, evolucionamos para disfrutar, hacer más amena nuestra realidad, más allá de nuestros instintos primarios.