La nota del lunes 6 de enero no fue la entrega de obras de la Sedatu en Anenecuilco, sino las protestas e insultos que los asistentes a sus eventos profirieron contra el Presidente de la República, en plena gira por esa población del municipio de Ayala, Morelos.
Las protestas fueron protagonizadas por descendientes del General Emiliano Zapata, la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA) y por vecinos integrantes del Frente de Pueblos de Morelos en Defensa del Territorio, quienes se oponen al Proyecto Integral Morelos y a la termoeléctrica de Huexca.
López Obrador estuvo acompañado por el gobernador de Morelos y ex futbolista, Cuauhtémoc Blanco, y por Román Meyer, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu). El motivo de la gira fue la inauguración de las obras que esta dependencia realizó como parte de su Programa de Mejoramiento Urbano.
Este es un minúsculo programa de gobierno a cargo de una pequeñísima Sedatu. Se debe decir que el secretario Meyer es un buen ejemplo del carácter decorativo del gabinete presidencial, pues su actividad como alto funcionario se caracteriza por un estado de omisión permanente y porque está prácticamente ausente del desarrollo, agrario, metropolitano y el ordenamiento territorial y urbano del país, que son justamente las materias de competencia de la dependencia que encabeza.
Meyer ha visto impávido cómo el presupuesto de su secretaría disminuye año con año: si en el ejercicio 2019 se asignó a este Ramo Administrativo un monto de 18 mil 700 millones de pesos, en el PEF del año 2020 se redujo a 10 mil 900, esto es, un decremento del 42%. Encima del maltrato presupuestal, la secretaría que dirige el señor Meyer ha incurrido en subejercicios indebidos, como el que sufre el Fondo Metropolitano, en el que la mitad de lo presupuestado no se ejerció en el año 2019.
Algo similar ocurre con el Programa de Mejoramiento Urbano. Con un presupuesto en 2019 de solo 2 mil 920 millones de pesos, que por cierto fue recortado a la tercera parte para el año 2020, operó en tan solo… catorce de los casi 2 mil 500 municipios del país (un patético 0.56%), lo que exhibe sus exiguos alcances.
Dicho programa resulta incapaz de atender las ingentes necesidades de dotación y mantenimiento de servicios públicos que sufren los habitantes de los centros de población del país y se limita a mejoras puramente cosméticas en unas contadas localidades. Tal es el caso de las obras inauguradas por el Presidente en Anenecuilco: la Sedatu tan solo pudo presumir y entregar obras menores, como la rehabilitación de tres plazas públicas y de algunas vialidades de la localidad, así como arreglos a un centro deportivo, el mercado, la casa de cultura, el museo y un lienzo charro.
Aunque no fueron tan limitados resultados lo que se reclamó al presidente en su gira. Quienes protestaron exigían a López Obrador el cumplimiento de la promesa que hizo en su campaña electoral de cancelar la termoeléctrica, el gasoducto y el acueducto que conforman el Proyecto Integral Morelos.
Pero, más que todo, demandaron justicia en el caso de Samir Flores, el opositor al PIM que fue asesinado hace 11 meses, días antes de la consulta patito que organizó el gobierno federal para que se “aprobara” el megaproyecto, crimen que sigue totalmente impune.
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