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viernes, noviembre 22, 2024

De bozales y cosas peores en la 4T

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El presidente Andrés Manuel López Obrador no entiende que no entiende. Cree que la prensa debe alinearse al sistema y replicar sin cuestionar la información que genera él todos los días en sus conferencias mañaneras.

Hoy que es presidente de México, se erige como el liberador de bozales para que los medios tengan “libertad” para opinar, pero a cambio condiciona el derecho a ejercer la libertad de expresión, ya que exige que no lo critiquen ni lo cuestionen o que no le hagan preguntas que lo exhiban en su ineptitud.

Esto quedó de manifiesto el pasado 30 de octubre cuando en su mañanera se cuestionaba sobre el tema de la liberación del narcotraficante Ovidio Guzmán. Ante la complejidad del tema y las dudas naturales que tenían los periodistas, algunos insistieron en conocer aspectos del operativo ya que quedaba confusa la información y requerían saber dónde se rompió la cadena de mando que permitió la libertad del criminal, por lo que insistieron, como debe ser cuando un tema de tal importancia no queda claro para quienes informan a la sociedad. 

Al verse exhibido en sus limitaciones, el presidente se sintió agredido, acosado, limitado, por lo que reaccionó con una cita que hace una analogía, que leída en su trasfondo, ofende a quienes todos los días se esfuerzan por informar y analizar desde los más variados puntos de vista el acontecer noticioso que genera la presidencia de la República. 

En ese altercado, y a propósito de una prensa que según él fue muy dura con Francisco I. Madero, citó a su hermano Gustavo Madero: “le muerden la mano a quien les quitó el bozal”. ¿Qué significa esa frase traída a cuanta por el presidente en el contexto actual? ¿Acaso él se siente dador de libertad y por lo tanto los medios deben rendirle pleitesía? 

Es decir: ¿Acaso el presidente pretende que los medios que lo critican, lo cuestionan o lo incriminan por sus acciones, no deberían de hacerlo, pues él, al darles esa libertad, a cambio los periodistas deben ser leales como militantes de su movimiento y sólo tienen esa libertad para decir cosas buenas de él o que obvien los temas complejos para no contribuir a que su imagen se deteriore?

Antes de recetarles esa frase ofensiva, López Obrador ya les ha dicho de todo a periodistas, reporteros, fotógrafos, líderes de opinión y a los medios que considera adversarios. Se los ha dicho de las formas más crueles e irrespetuosas: el hampa del periodismo, medios fifís, prensa vendida, periodistas fantoches, pasquines, prensa alquilada, periodistas chayoteros, medios conservadores, doble cara, prensa inmunda, prensa opositora, etc.

Cada crítica del presidente a un reportero, columnista o a un medio de comunicación tiene una reacción en instantes por parte de sus seguidores en las redes sociales. Las hordas de bots, trolls o morenistas con nombre y apellido, han provocado colapsos cibernéticos de portales informativos defendiendo ciegamente al presidente, de la misma manera saturan las cuentas de Twitter o Facebook de quienes osan preguntar, analizar, indagar o contrastar lo que dice el Jefe del Ejecutivo.

Es un hecho que a López Obrador no le gusta la crítica, odia que le pidan explicaciones, se descompone ante cuestionamientos inteligentes y reacciona violentamente con motes estigmatizantes. Su visión de la labor periodística es que él, como presidente, debe imponer sus verdades y quiere ser citado textualmente en los medios sin que medie la duda periodística, la pregunta auténtica o el cuestionamiento obligatorio cuando hay vacíos en la información que da, pues la retórica y las nubes de humo que acostumbra lanzar en sus tediosas explicaciones, desvían la atención de lo verdaderamente importante.

Desde luego que hay medios que responden a sus deseos. De hecho, hay periodistas que no sólo le rinden pleitesía y son sumisos, sino que generan polémicas favorables a la línea política del tabasqueño. Es más, “periodistas” de medios alternativos infiltrados en sus mañaneras, le dan pie para que él -que no le cuesta trabajo- se explaye demagógicamente con explicaciones y relatos que le permitan refrendar su agenda política e ideológica.  

El presidente no cree en la libertad de expresión sino en la sumisión de los medios. Dice no estigmatizar a los periodistas, cuando los vergonzosos hechos de ofensas, apodos, motes están documentados en la triste crónica cotidiana de una prensa obligada a cubrir las insolencias de quien hoy ostenta el poder político en México, al tiempo que asegura no necesitar a los medios.

Desde Palacio Nacional promueve todos los días el odio y la animadversión en contra de quienes ejercen el noble oficio del periodismo. Lo niega, aunque los dichos, las palabras, las frases hirientes y las acciones están ahí, documentadas en las hemerotecas cibernéticas, que por efímeras que sean, constatan el cinismo de un presidente ególatra, soberbio e insolente que todos los días exhibe su intolerancia y su carácter autoritario a través de los medios que él desprecia.  

@antoniomedina41 

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