Los muros sirven para separar y dividir dos espacios que en algún momento fueron uno solo. Aíslan y excluyen a todo aquel que se cruce en su camino. Es el mayor obstáculo del viajero y el enemigo más temido de la libertad. ¿Pero quiénes lo construyen?, ¿con qué fin?, ¿quién alimenta a esas serpientes de acero?
Alguien tiene o parece tener la respuesta: quien cimenta esos muros, no sólo físicos sino ideológicos, es el miedo. El miedo del hombre que siempre lo ha acompañado. Él no reconocer a su prójimo, pero sobre todo, el no reconocerse así mismo. Es la incomprensión, la intolerancia a lo que no entendemos o no queremos comprender.
Es la respuesta que recibo de una voz dudosa pero segura de lo que dice y de su impacto. Es la voz del realizador mexicano Gregorio Rocha, el experto en muros. O como lo llaman en los lugares por donde alcanzó su lente, “el embajador”. Y es que Muros, su documental al que le dedicó tres años (2008-2011) se volvió parte de su vida pues sabía que su cercanía con las fronteras desde que vivió cerca de una de ellas, no era mera casualidad, sino una señal para aventurarse como un saltador de muros. Y partió con la idea de que no hay barreras pequeñas, todas son enemigos de la misma magnitud.
Desde el pueblo del norte de México, en Sonora, a Palestina; del Sáhara Occidental a Belfast, pasando por Berlín; este hombre recorrió una parte del mundo para encontrar los rostros de la desigualdad dentro de la misma humanidad. “No había guión, el documental se armaba por si solo. Contaba su propia historia. Yo sólo llegaba y me sentaba debajo de alguna frontera a esperar que algo pasara, y así fue como surgió”.
Sabia que más allá de ganadores y perdedores, había un suceso que contar. “Los muros no albergan la idea correcta o incorrecta, hay que ir más allá del muro. Y contar el documental de manera personal y subjetiva me dio esa imparcialidad que yo necesitaba para hablar de este tema”.
Su misión no era ir a derribarlos, pues sabe muy bien que la peor forma de derribar un muro es empezar con el físico. Su objetivo es mostrar las situaciones que encierra desde sus entrañas. Mostrar esos rostros que antes eran ajenos a nosotros. Ver el despojo de esos hombres, mujeres y niños, que han perdido su hogar, pero sobre todo, que se les ha arrebatado su identidad.
“Me tocó ver que junto a una frontera vivía una mujer que había sido arrebatada de todo lo que tenia del otro lado; llevaba seis meses viviendo y reclamando lo que le pertenecía”.
En algunos territorios este viajero contó con el apoyo de los habitantes de la localidad que a pesar de los conflictos con sus enemigos al otro lado de la muralla, él era tratado como uno de ellos. Recibió la ayuda de importantes embajadores, incluso platica que en una ocasión lo recibió un auto con la bandera de México. Pero en la mayoría de los casos sufrió la hostilidad y la prepotencia de quienes custodiaban esos muros de la incomunicación.
“Había ocasiones en las que había lugares donde no podía andar solo, tenían que escoltarme para librarla. Por lo mismo fue muy difícil para mi ser imparcial en algunos casos, a veces me salía de mis casillas y me era difícil no sentir esa frustración de ver sufrir a la gente y no poder hacer nada por ellos. Una vez incluso me dijo en una ocasión una mujer: si no te gustan como son las cosas, ¡Pues vete de mi país!”
Los muros habían no sólo penetrado a la madre tierra, también habían llegado hasta la raíz del pensamiento ideológico de sus habitantes. Y para el cineasta el mayor de los problemas no se había quedado en las fronteras visitadas, sino que había traído consigo esos demonios.
En el catálogo de filminlatino también se puede encontrar Acme & Co, realizado por Gregorio Rocha
Javier Martínez Ramírez /https://www.filminlatino.mx/blog/mas-alla-de-las-fronteras