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viernes, noviembre 22, 2024

No se puede luchar por causas justas por medio de injusticias

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 El día de ayer, 10 de noviembre de 2019 fuimos testigos de uno de los acontecimientos geopolíticos en la región sudamericana más importantes de los últimos años, en el que, el ahora ex presidente de Bolivia Evo Morales dimitió como líder del ejecutivo de aquella nación. 

Una renuncia que busca apaciguar al país, el cual, ya se encontraba en los inicios de la crisis política más notable del siglo XXI en aquellas latitudes, en dónde las manifestaciones pacíficas se habían convertido en actos vandálicos y disturbios en las principales ciudades del país. 

Actos que representaban un riesgo para la integridad física de miles de personas, pero, sobre todo, que ponían en riesgo la estabilidad económica de toda una nación. Todo esto derivado de una violación directa a un mandato popular, y sobre todo al resultado de una violación fragante de la Constitución de Bolivia. 

La cual restringe la reelección presidencial en más de dos ocasiones, supuesto que consagra esta constitución desde el año 2009, cuando se estableció la posibilidad de la reelección presidencial para dos mandatos continuos de cinco años respectivamente, lo que le permitió la reelección en el 2010 y luego en el 2014 de Evo Morales. 

La violación al mandato popular que cometió Evo fue, al resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016, por el cual se le preguntó al pueblo boliviano si estaban de acuerdo en permitir un tercer periodo para la reelección, ante lo cual el 51% respondió, con el mínimo margen, pero por mayoría, que NO, que era hora de un nuevo gobierno. 

Ante lo cual Evo, no acató. Pues dicho resultado fue superado por una controvertida resolución del Tribunal Superior Electoral, por la cual se establecía que restringirle al presidente la oportunidad de competir era una afrenta contra sus derechos humanos. 

Acto que utilizó la interpretación judicial hasta un punto que pierde sentido la norma, puesto que la resolución era igual de ilógica como decir, que establecer requisitos de elegibilidad para cualquier elección viola derechos humanos. Como si fuera poco, la elección del 20 de octubre pasado sufrió algo de lo que la democracia mexicana conoce de sobremanera, la sorpresiva caída del sistema y su aún más, sorpresiva reanudación con un importante aumento en los votos a favor del ahora ex presidente. 2 

Pero, ¿Qué paso realmente en Bolivia? ¿Qué debemos rescatar de este suceso? ¿Dónde debemos poner la mirada? Me parece que lo verdaderamente valioso de la experiencia sudamericana para el caso mexicano, es entender que la democracia en su sentido más amplio de justicia y oportunidad, no se defiende ni se fomenta, atacándola y sobre todo, no se usa, se vive. 

El caso de Evo debe ser sin duda una importante lección para México, puesto que queda de manifiesto que una democracia que ha sido herida, busca la manera de librarse de su atacante, busca liberarse de sus ataduras y busca crecer y desarrollarse, al igual que la naturaleza de las personas que la crean. 

Lo que fue durante décadas un ejemplo de perseverancia e inteligencia política, paso en unos cuantos años a convertirse en la suma de todos los vicios y toda la decadencia. Un gobierno que comenzó en el año de 2006 y que se mantuvo vigente como verdadera opción de cambio y reconocimiento, es hoy una vergüenza internacional. 

Catorce años de desarrollo que revolucionaron a Bolivia de una manera sin igual, disminuyendo la pobreza extrema de aquel rincón del mundo de 36.7% a sólo 16.8%, cuyo gobierno fomento un crecimiento económico por arriba del 4% durante la última década, terminó como una zona de incertidumbre sin gobierno. 

Las respuestas puedes ser muy complejas, pero es importante centrarse en algunos de los vértices principales, la falta de respeto por la democracia, la violación sistemática a la Constitución, la incapacidad de escuchar a la sociedad, y por último, pero no menos importante, la creencia de que una persona puede estar por encima del estado de derecho. 

¿Les suenan algunas de éstas? No, no estamos hablando de la actual situación nacional y del actual presidente mexicano, aunque es un buen momento de que sirva la experiencia boliviana, no se puede pasar por encima de las leyes y atropellar la democracia. 

Las consultas populares ilegales, la designación de una titular de la CNDH con un claro sesgo partidista, la carrera por eliminar el pacto federal y sobre todo la manera en que el presidente y su grupo de colaboradores transgreden la lógica jurídica y las normas, con casos como la ley Bonilla, la ley Taibo y la ley chayote son un claro ejemplo que como la democracia mexicana ha sido herida y al igual que la democracia en Bolivia, nosotros los hombres y mujeres con principios y valores democráticos lucharemos por su restitución y porque no exista nunca una persona por encima de la ley. 

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