El emprendimiento ha evolucionado mucho desde sus inicios y aún le queda mucho por evolucionar. Podríamos remontarnos mucho tiempo atrás y notar los grandes avances que ha tenido la disciplina de emprender, partiendo desde la innovación y pasando por los medios para obtener financiamiento e incorporando metodologías auxiliares que hoy son herramientas fundamentales para el emprendedor.
Por llamarlo de alguna manera, el emprendimiento tradicional surge en respuesta a esas necesidades de la innovación; pensemos en uno de los emprendedores más famosos de nuestra era, Steve Jobs, cuya mente maestra revolucionó la industria de la tecnología al grado en que hoy es casi imposible que ninguno de nosotros no conozca o utilice sus productos o servicios, no obstante, dichas innovaciones están orientadas a satisfacer un mercado totalmente de consumo.
Sin embargo, el emprendimiento es una disciplina tan versátil que su estructura ha podido transformase para conseguir otro tipo de objetivos mas allá del mero éxito comercial. Es así como surge el emprendimiento social, un modelo de emprendimiento que ha revolucionado la manera de hacer negocios y al mismo tiempo la forma de resolver importantes problemas que aquejan a la sociedad y al medio ambiente. Y así como hubo un Steve Jobs, también el emprendimiento social tiene su propio rockstar, su nombre: Muhammad Yunus.
No hace mucho tiempo, en 1974 para ser exactos, el joven Yunus recién regresaba a su país natal Bangladesh, después de haber realizado sus estudios de economía durante una estancia en la Universidad de Vanderbilt en Estados Unidos, cuando preocupado por la hambruna que azotaba la aldea de Jobra decidió prestar un total de 27 dólares a 42 personas para ayudarlas a subsistir; así surgió el microcrédito, un importante instrumento de desarrollo del que hablaré mas adelante.
Con ese importante acontecimiento también surgió el emprendimiento social en su forma moderna (probablemente ya había antes algunos emprendedores sociales, pero fue gracias a Yunus que el modelo alcanzó un boom). Pero ¿qué es entonces el emprendimiento social?. Una de las maneras más fáciles de explicar este modelo de negocios es decir que es una perfecta amalgama entre la búsqueda de lucro de una empresa y el propósito de solucionar un problema social de una fundación.
Si pudieramos elegir las mejores cualidades de ambos modelos tal vez nuestra lista estaría compuesta por el lado de la empresa, de su elevada productividad, innovación, estrategias de marketing, distribución y la búsqueda de beneficios económicos a través de economías de escala. Por el lado de la fundación, definitivamente tendríamos el propósito de ayuda, la preocupación por los problemas sociales y/o ambientales (pobreza, hambre o cambio climático, por mencinar sólo algunos).
Una empresa social puede aportar una solución en dos maneras principalmente: con el producto o servicio generado en sí, o por medio de los recursos obtenidos por la venta del primero, los cuales son utilizados para resolver el problema objetivo.
Podría decirse que este nuevo modelo de negocios tiene como principal motivación la solución de un problema social y para ello se vale de las estrategias y herramientas de una empresa. Para el emprendedor social el lucro no es el fin, es sólo un medio.
En esta nueva era de problemas constantes y recursos limitados, pero también de mayor conciencia, el emprendimiento social surge como respuesta a muchos de los problemas en diferentes partes del mundo. Aún queda mucho por escribir sobre el emprendimiento social (quizás mas adelante escriba una segunda parte), pero si hay algo importante que decir en este momento es que el este modelo está acabando con la idea de que el éxito de una empresa está relacionado con el beneficio económico; por el contrario, el emprendedor social sabe que el éxito está en ayudar a solucionar un problema. Esa es quizás la mejor parte, que no importa cuánto pueda facturar una empresa en ventas, nada será mas reconfortante que aportar una solución -por muy pequeña que sea- a la sociedad y al planeta.